La anestesia epidural (también conocida como anestesia peridural) es la introducción de un anestésico local en el espacio dural, de manera que se bloquean las terminaciones nerviosas que salen a nivel medular. Su distribución es metamérica, es decir, prestará anestesia a la zona del cuerpo con la que correspondan los nervios que han sido alcanzados por el anestésico.
En las gestantes a término se aplica como medida terapéutica contra los dolores del alumbramiento. Al mismo tiempo, la mujer está consciente y puede para colaborar en la salida del bebé al empujar.
La embarazada dispone de la posibilidad de escoger si quiere dar a luz de forma natural, o necesita la aplicación de la epidural.
Hace unos años se creía que este tipo de anestesia, que tiene un amplio campo de empleo en cirugía, era la panacea. A día de hoy se conocen muchos efectos secundarios como el dolor de cabeza frecuente, dolores de espalda, no a todas las mujeres les afecta del mismo modo y de ser administrada incorrectamente, puede llegar a ser muy peligrosa.
Un equipo investigador de médicos australianos ha apuntado recientemente que las mujeres sometidas a esta analgesia daban a luz a bebés con un alto índice de fracaso en la lactancia, debido a que nacían más aletargados y no realizaban correctamente el engache natural.
Otro estudio realizado en la Universidad de Sidney ha concluido que aquellos partos en los que se recibía analgesia epidural se aumentaban las posibilidades de sufrir lactancias complicadas, cursando con mastitis, grietas, menor producción de leche, disminución de la calidad...
Aun así, el número de mujeres que optan por la anestesia epidural en nuestro país es elevadísimo. Estas cifras, en muchos casos se deben al desconocimiento de las madres sobre otras opciones menos invasivas y con efectos secundarios menos cruentos.
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