Su importancia en la gestación se debe a que puede causar abortos e infecciones embrionarias o fetales muy graves, que tendrán graves secuelas en el recién nacido.
El toxoplasma se desarrolla fácilmente en organismos no inmunes. Es muy sensible a la acción de muchos agentes, por lo que se encierra en quistes no patógenos muy difundidos en la naturaleza: ganado vacuno, aves, roedores e incluso en el ser humano.
Su ciclo sexual tiene lugar en los gatos, y posiblemente en otros felinos. A estos pueden llegar los quistes por medio de los roedores, excrementos de aves o ganado…
Una vez cumplido su ciclo sexual en el intestino del gato, el toxoplasma se difunde mediante los excrementos con gran facilidad, llegando al hombre o al ganado que es ingerido por el hombre.
De este modo, la madre gestante que no esta previamente inmunizada puede infectarse por consumir leche no pasteurizada, por comer carne poco cocida en la que se albergan los quistes que liberan trofozoítos o al manipular material contaminado por excrementos de gatos.
Tras el contacto con el toxoplasma y la primoinfección, se desarrollan mecanismos del sistema inmunitario produciendo anticuerpos (los de tipo IgM son los primeros en aparecer) que atenúan el proceso de necrosis propio de la toxoplasmosis. Son detectables en sangre a los 5 días de la infección, y pueden permanecer hasta un año.
Para detectar una infección por toxoplasma en la madre deben darse resultados positivos de IgM, y posteriormente IgG.
La probabilidad de infección del feto aumenta a medida que aumenta el tiempo de gestación.
Sobrepasadas las 26 semanas de embarazo la probabilidad está entre un 60-70%, pero disminuye la gravedad de las lesiones fetales.
Para diagnosticar la toxoplasmosis fetal existen varios métodos:
- Ecografía: se puede sospechar la infección si se detectan anomalías en el feto como hidrocefalia, hepatomegalia y ascitis…
- Amniocentesis: en el líquido amniótico se puede detectar la cantidad de DNA/RNA de toxoplasma mediante una PCR (reacción en cadena de la polimerasa).
- Cordocentesis: Es el método más empleado. Se realiza a partir de la semana 20, se diagnostica mediante la detección de IgM en sangre fetal.
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